El próximo 5 de junio a las 18.00 horas está programada la segunda de las dos charlas formativas para padres/madres del alumnado del centro, a cargo de Antonio Rus.
Contenido:
La ponencia se centra en la psicología del niño de 6 a 8 años, edad de tránsito del período del niño más infantil hacia la plenitud del niño, que se da a los 9 y 10 años. El desarrollo psicomotor del niño avanza adquiriendo mayor control del propio cuerpo, mejora la coordinación motórica y los sentidos. Descubren el cuerpo del otro y además, tenien en cuenta su esquema corporal para los conceptos como lejos o cerca, por ejemplo, comenzando así a dominar el concepto espacial, algo básico para comenzar con el aprendizaje de la lectura y escritura. En esta etapa, destaca la curiosidad del niño, las ganas de conocer, por lo que existirá una gran ambición por el aprendizaje, aprovechando así los centros educativos la enseñanza de lo que puede decirse que es el contenido más difícil a afianzar en esta etapa: Le lectura y escritura. A nivel más psicólogico, la mente del niño tiene una etapa de transición dl pensamiento prelógico al lógico o concreto, como diría Piaget. Se pasa del egocentrismo a la empatía. Con la memoria, entre los 6-8 años podemos decir que es un momento clave, ésta empieza a desarrollarse y sobre los 8 años la memoria comienza a ser más rica y estratégica. Como referencia educativa en esta etapa es necesario favorecer la pedagogía de la escucha, favoreciendo el éxito de los pequeños a través de su autoestima y el amor. En el terreno afectivo, la inteligencia emocional es la protagonista. El desarrollo de la personalidad , marcado por Erikson nos orienta a estimular la autonomía y seguridad, teniendo en cuenta que se comienza a interiorizar los valores de los mayores. Finalmente, el desarrollo ético trata de darnos una visión de como las normas de los padres son interiorizadas por los pequeños de la casa. Así el ponente destaca la importencia de no diferenciar entre sexos a la hora de educar a nuestros hijos. Lo importante aquí sería vivir en un clima moral “adecuado”, donde exista una argumentación al por qué de las cosas. A la hora de hablar del desarrollo religioso pasa algo similar, debe desarrollarse como el desarrollo moral del niño, viviendolo a través del clima familiar.
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